martes, 20 de octubre de 2009

Las Aflicciones del Cristiano - 2º Parte

Segunda Parte: Cuando llega lo imprevisto.

Juan 11:4-6
“Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba”.

a) La respuesta inesperada.

La primera impresión que imagino que habrán tenido quienes escucharon esas palabras del Maestro fue de confusión.
Por un lado, Jesús afirmaba que la enfermedad de Lázaro no era para muerte, sino que para la gloria de Dios, para que el Hijo fuese glorificado.
Si agregamos a esto el hecho de que Jesús amaba a Marta, María y Lázaro, el próximo movimiento de Jesús parecía ser bastante obvio: iría a Betania a sanar a Lázaro, evitando así su muerte y añadiendo un milagro de sanidad más a su larga lista de demostraciones de gloria y de poder.
Sin embargo, sucede todo lo contrario. Jesús decide que hay que quedarse “dos días más en el lugar donde estaba”.

b) Los otros dos días.

El relato no nos da indicios sobre a qué dedicó Jesús y sus discípulos aquellos dos días, pero podemos imaginar que los vivieron como dos días normales.
Es más, probablemente los discípulos ni siquiera reflexionaron mucho acerca de la situación de Lázaro y entendemos, por lo que viene más adelante, que Jesús tampoco se dedicó a que lo entendieran en ese momento.
Pero, imaginemos lo que ocurría en casa de Lázaro durante aquellos dos días.

Se ve venir a lo lejos a los mensajeros. La expectación crece. Se acerca el momento esperado, se acerca el Señor.
Sin embargo, algo parece andar mal; el Maestro no viene con ellos. Quizás se retrasó un poco, quizás viene a no mucha distancia.
“¿Y donde está Jesús?” – exclama María con un tono de voz agitado producto de la adrenalina. “¿Pudieron encontrarlo?”
“Sí, lo encontramos” responden los mensajeros.
“¿Y qué ha dicho? Viene en camino ¿verdad?” – replica Marta esta vez.
“Cuando le contamos de la situación decidió quedarse donde estaba” – sentencian los mensajeros.

Ahora ya no hay más preguntas de parte de María y Marta. Esta vez la respuesta del Maestro (en realidad, la no-respuesta) las deja perplejas. ¿Será que lo sanará a la distancia?
Sin duda, ellas estaban seguras de que Jesús iba a llegar con los mensajeros a sanar a su amado amigo. Pero su ausencia no hizo decaer la fe de estas mujeres. Y es que Jesús siempre sabe lo que hace, deben haber pensado. Además, Lázaro está enfermo, no muerto. Aún había una luz de esperanza.
Sin embargo, luego de una tensa espera, llega lo inesperado. Lázaro muere.

¿Qué pasa por la mente de sus hermanas ahora?
Ellas tenían una completa seguridad de que Jesús sanaba enfermos. Pero esto era algo distinto. La situación había llegado demasiado lejos. Una cosa era hacer sanidades, pero ahora la muerte se había hecho presente. Ahora no había esperanza.

c) Cuando se cae la fe.

En este punto, no tan sólo ha muerto Lázaro. La fe de sus hermanas se ha ido con él.

¿Por qué nos hizo esto?
¿Qué pasó con tantas reuniones que compartimos?
¿Qué pasó con todo el esfuerzo y tiempo que le dedicamos?
¿Por qué nos hizo esto?
¿Acaso lo ofendimos en algo?
¿Acaso le fuimos infieles?
¿Por qué nos hizo esto?
¿Por qué nos castiga de esta manera?
¿Acaso nos engañó?
¿Por qué nos hizo esto?
¿Acaso nos quería por interés?
¿Acaso ya no le somos útiles o encontró otros amigos mejores?
¿Por qué nos abandonó?

Estas y muchas otras preguntas son las que debieron haber pasado por la mente de María y Marta. Es el dolor de la decepción. La profunda aflicción de quien espera algo con ansias y no lo recibe; de aquel que pone todo su corazón y toda su esperanza y llega a un punto donde parece que todo se ha perdido y que todo ha sido en vano, que no valió la pena.
Y son las mismas preguntas que nosotros mismos nos hacemos cuando las respuestas de Dios parecen no llegar.

¿Te has sentido abandonado por Dios en medio de la aflicción? (Estoy hablando a los cristianos, el resto no puede sentir menos que eso ya que aún son enemigos de Dios hasta que crean en Jesús)
¿Has guardado rencor contra Dios por no actuar de la forma en que tú (siendo cristiano) esperabas?
¿Has pensado que has decepcionado de tal forma a Dios que El no ha tenido más remedio que abandonarte?

Si tu respuesta es sí, al igual que la mía, entonces entiendes lo que la muerte de Lázaro produjo en la mente y el corazón de sus hermanas. Es un doble dolor: por la aflicción del problema y por la decepción producto del actuar de Dios. Es aquí cuando cae la fe.

Continúe leyendo la Tercera Parte de este mensaje.

Saludos y bendiciones,
Blog Predica la Palabra

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