viernes, 30 de octubre de 2009

Sermones de David Wilkerson en español

En el siguiente enlace podrás encontrar sermones del pastor David Wilkerson traducidos al español.

http://www.tscpulpitseries.org/spanish.html


Saludos y bendiciones,

Blog Predica la Palabra.

John Wycliffe - traductor de la Biblia

"John Wycliffe es la dramática biografía de la vida del sacerdote y erudito de la Biblia que tradujo por primera vez las Sagradas Escrituras al idioma inglés.

Wycliffe estuvo envuelto en una serie de conflictos políticos y religiosos.

Profesor de la Universidad de Oxford y considerado como uno de los filósofos de más renombre de su época, fue uno de los más fervientes defensores del nacionalismo inglés en contra del papado y campeón de la lucha contra las injusticias que cometieron los ricos contra los pobres.

Sus enseñanzas destacaban que el perdón de Dios no se podía comprar con las indulgencias que promovía el papado. Predicó que la única verdadera autoridad es la Palabra de Dios y que ésta no podía ser entendida a menos que la gente pudiera estudiarla en su lengua nativa.

Esta película recoge magistralmente la vida y las luchas de este gran hombre cuya contribución todavía sigue cosechando frutos."


Damos gracias a Dios por nuestros hermanos reformadores que no tuvieron miedo de predicar Su Palabra.


Saludos y bendiciones,

Blog Predica la Palabra.

martes, 20 de octubre de 2009

Las Aflicciones del Cristiano - 7º Parte

Séptima Parte: El precio de la fe.

Juan 12:9-11

“Gran multitud de los judíos supieron entonces que él estaba allí y vinieron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos.
Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús”.

Hay un precio que pagar por esta nueva fe que viene producto de las aflicciones: al dar testimonio a otros, los enemigos de la fe se volverán en contra nuestra.

Leemos en este pasaje que fue puesto un precio sobre la cabeza de Lázaro y tenga por seguro que lo pondrán también sobre la suya. Sin embargo, no hay razón para temer ya que "mayor es el que está con nosotros que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4).

Como hemos visto, la vida del cristiano no está exenta de tribulaciones, angustias, persecución, hambre, desnudez, peligros o violencia. Sin embargo, tal como lo hizo el apóstol Pablo, nosotros podemos asegurar lo siguiente:

Romanos 8:35-37
“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.

Medite en estas palabras de Jesús:

“¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”

Si tú eres de Cristo, no importa cuál sea tu condición. No importa si estás pasando por la prueba y tu fe no es lo que debería ser.
Él no te dejará, ni te abandonará.
Él se compadece de ti. Él intercede para que tu fe no muera.
Él esta trabajando en ti. Eres para Dios como el "barro en manos del alfarero".
Él está al control de todo.
No hay nada que temer.

Saludos y bendiciones,
Blog Predica la Palabra

Las Aflicciones del Cristiano - 6º Parte

Sexta Parte: El nacimiento de una nueva fe.

Juan 11:38-44
“Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.
Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.
Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?
Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído.
Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!
Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle y dejadle ir”.

¡Lázaro ha resucitado!
Todo el sufrimiento se transforma en gozo, en celebración, en alegría. La noticia se esparce rápidamente. Dios es glorificado. El Hijo de Dios es glorificado.
Pero Marta y María han recuperado algo más que su hermano. Tienen ahora una nueva fe en el Hijo de Dios. Han pasado de creer que Jesús sana enfermos a creer que Él puede dar vida al que no la tiene. Ahora creen en lo imposible.

Ahora tienen una plena confianza en que, no importa lo que pueda venir, Jesús nunca llega tarde.

Reflexione acerca del propósito de las aflicciones del cristiano según Romanos 5:3-5

"Y no sólo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado." (NVI)

Continúe leyendo la Séptima Parte de este mensaje.

Saludos y bendiciones,
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Las Aflicciones del Cristiano - 5º Parte

Quinta Parte: El corazón de Dios para con el caído.

Juan 11:28-37
“Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama. Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él.
Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado.
Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí.
María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.
Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve.
Jesús lloró.
Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?”

¿Por qué lloro Jesús?

No lo hizo porque Lázaro estuviese muerto, como dijeron los judíos.
En este punto del relato está claramente establecido que Jesús sabía perfectamente que iba a resucitar a Lázaro, que su muerte habría de ser para glorificar a Dios y que en sólo unos instantes más todo el luto se transformaría en asombro y celebración.
Por lo anterior, no tiene sentido pensar que lloraba por la muerte de Lázaro.

Jesús lloró al ver a María llorar.
Me imagino que Jesús vio esas lágrimas y, en su omnisciencia, pudo ver todo el valle de sufrimiento que su amada amiga y discípula María había tenido que atravesar.
Me es de gran consuelo ver esta reacción en el Maestro.
En este versículo tan corto, Jesús nos está diciendo mucho acerca del corazón de Dios para con el caído.
Él se compadece de nosotros; Él llora junto a nosotros aún sabiendo que pronto el llanto se convertirá en alegría; Él no se alegra de nuestro sufrimiento.
Él sabe que es necesario que pasemos por aflicciones; sabe que es necesario que atravesemos desiertos emocionales.
Pero Él es siempre fiel. Siempre está con nosotros. Nos sostiene y sabe que ninguna lágrima que derramen los suyos será en vano.
Él llora con los que lloran.

Bien dice la Palabra de Dios:

Hebreos 4:15-16
“Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado.
Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos”.

Jesús no señala con el dedo. Él no lanza “la primera piedra”.
Jesús sana y restaura.
Él es nuestro Buen Pastor y nosotros sus ovejas.

Continúe leyendo la Sexta Parte de este mensaje.

Saludos y bendiciones,
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Las Aflicciones del Cristiano - 4º Parte

Cuarta Parte: Desilusión y Promesa.

Juan 11:17-27
“Vino, pues, Jesús y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano.
Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa.
Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Más también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo”.

Finalmente, aparece Jesús en Betania. Marta sale a recibirle en cuanto oyó la noticia y lo primero que hizo fue dejar salir por su boca lo que le estaba llenando el corazón: “Si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto”.

“¡Oh, Señor, si tan sólo hubieses hecho esto o lo otro! ¡Si tan sólo me hubieses dado lo que te pedía! ¡Oh Señor, tú podrías haberme ahorrado tanto sufrimiento! ¡Ahora es demasiado tarde!”

Sin embargo, aún quedaba la convicción en Marta que cuanto Jesús le pidiera al Padre, el Padre se lo daría.
Esto nos muestra otra característica de la caída de la fe: no dudamos de la existencia de Dios, no dudamos de su poder, ni siquiera dudamos de que Dios no pueda ser bueno con otros y concederles sus peticiones. De lo que estamos completamente seguros es que Dios no quiere nada con nosotros.
Ahora Jesús va más allá en su revelación de la obra que está a punto de hacer y le dice claramente a Marta que Lázaro va a resucitar. Esta vez es Marta la que no entiende una palabra de lo que el Señor le dijo. Ante lo cual Jesús la confronta a hacer una declaración de fe:
“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”

En otras palabras, Jesús le dice a Marta: “Marta, yo tengo el poder de devolverle la vida a tu hermano, pero… ¿Vas a creer en mí de una vez por todas?”

¿Dónde está María cuando todo esto sucede?

El relato nos cuenta que ella se quedo en casa. No quiso ni siquiera salir a recibir al Señor.
Al menos, Marta salió a pedirle una explicación, pero María ni siquiera eso.
Ella no quiere verlo, está demasiado dolida. Ella había sido la que había escogido “la mejor parte”, la que conocía más íntimamente al Señor y, por lo mismo, la que más esperaba de Él en esta situación.

¿Te has sentido tan abatido alguna vez que ni ganas te dan de buscar al Señor? ¿Cuántas veces has llegado a ese punto en el cual te sientes tan decepcionado por las circunstancias que le dices adiós a Dios?
¿Has tenido la idea de que mientras más buscas al Señor, peor te va en la vida, atraviesas por más pruebas y aflicciones y que, a fin de cuentas, no vale la pena el sacrificio?

En este punto del mensaje, ¿me creerías si te dijera que Dios está pensando glorificarse en tus aflicciones presentes y futuras? ¿Crees que Dios es galardonador de los que le buscan y que tu esfuerzo de buscarle no es en vano?

Continue Leyendo la Quinta Parte de este mensaje.

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Las Aflicciones del Cristiano - 3º Parte

Tercera Parte: Los pensamientos de Dios y los pensamientos del hombre.

Juan 11:7-16
“Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez. Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?
Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.
Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle.
Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño.
Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él.
Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.”

Es curioso notar que cuando Jesús manifiesta su deseo de volver una vez más a Judea, sus discípulos en ningún momento pensaron que volvía para ocuparse de la situación de su amigo Lázaro.
De hecho, antes de siquiera preguntar por los motivos que Jesús tenía para volver, sus discípulos lo critican por regresar siendo que los judíos querían apedrearlo.
Resulta evidente que, aún teniendo al Maestro en frente de sus ojos durante día y noche, aún siendo los privilegiados de recibir directamente sus enseñanzas y de presenciar la mayor parte de sus milagros, los discípulos ni siquiera sospechaban acerca de lo que Dios estaba planeando. Para ellos era un día como cualquier otro.
Luego Jesús les dice que Lázaro duerme y que va a despertarle. Una vez más sus discípulos no entendieron lo que quería decirles.
Finalmente, Jesús les revela que Lázaro había muerto y que irían a donde estaba él. Los discípulos siguieron sin entender.
Con todos los milagros, con todo lo sobrenatural que habían visto, con todas las enseñanzas, los discípulos aún seguían viendo las cosas desde una perspectiva humana, viendo las cosas desde lo humanamente posible, desde el punto de vista de lo conocido. En la mente de Tomás no cabía la idea de que Jesús no estuviese diciendo que iban a ir a morir con Lázaro.
Jesús les estaba anunciando un acontecimiento grandioso y glorioso, mas sus discípulos no entendían una palabra de lo que les estaba diciendo.
No tan solo no entendieron de lo que hablaba, sino que además lo criticaron…
¿Se ha puesto a pensar de que quizás hoy Dios este haciendo algo nuevo delante de sus ojos y usted no se da cuenta?

¿Hubiésemos nosotros actuado de forma diferente a los discípulos? Probablemente no.
¿Por qué? Porque nuestra mente natural se mueve dentro del ámbito de lo que conocemos, dentro de lo “posible”, dentro de las probabilidades humanas, dentro de lo que conocemos, de lo que hemos visto. Para nosotros, muchas veces ha resultado ser “ver para creer”.

Ya lo dice la Escritura en el libro de Isaías 55 versículos 8 y 9:

“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.
Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.

El Salmo 94 versículo 11 declara:

“El Señor conoce los pensamientos humanos y sabe que son absurdos”. (NVI)

¿Cuál debiese ser nuestra actitud hacia lo que Dios hace, sabiendo que nuestra mente y nuestros planes no se comparan con los suyos?

Primero, dejar de “tratar de entender” y luego confiar en que Él sí sabe lo que hace.

Continúe leyendo la Cuarta Parte de este mensaje.

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Las Aflicciones del Cristiano - 2º Parte

Segunda Parte: Cuando llega lo imprevisto.

Juan 11:4-6
“Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba”.

a) La respuesta inesperada.

La primera impresión que imagino que habrán tenido quienes escucharon esas palabras del Maestro fue de confusión.
Por un lado, Jesús afirmaba que la enfermedad de Lázaro no era para muerte, sino que para la gloria de Dios, para que el Hijo fuese glorificado.
Si agregamos a esto el hecho de que Jesús amaba a Marta, María y Lázaro, el próximo movimiento de Jesús parecía ser bastante obvio: iría a Betania a sanar a Lázaro, evitando así su muerte y añadiendo un milagro de sanidad más a su larga lista de demostraciones de gloria y de poder.
Sin embargo, sucede todo lo contrario. Jesús decide que hay que quedarse “dos días más en el lugar donde estaba”.

b) Los otros dos días.

El relato no nos da indicios sobre a qué dedicó Jesús y sus discípulos aquellos dos días, pero podemos imaginar que los vivieron como dos días normales.
Es más, probablemente los discípulos ni siquiera reflexionaron mucho acerca de la situación de Lázaro y entendemos, por lo que viene más adelante, que Jesús tampoco se dedicó a que lo entendieran en ese momento.
Pero, imaginemos lo que ocurría en casa de Lázaro durante aquellos dos días.

Se ve venir a lo lejos a los mensajeros. La expectación crece. Se acerca el momento esperado, se acerca el Señor.
Sin embargo, algo parece andar mal; el Maestro no viene con ellos. Quizás se retrasó un poco, quizás viene a no mucha distancia.
“¿Y donde está Jesús?” – exclama María con un tono de voz agitado producto de la adrenalina. “¿Pudieron encontrarlo?”
“Sí, lo encontramos” responden los mensajeros.
“¿Y qué ha dicho? Viene en camino ¿verdad?” – replica Marta esta vez.
“Cuando le contamos de la situación decidió quedarse donde estaba” – sentencian los mensajeros.

Ahora ya no hay más preguntas de parte de María y Marta. Esta vez la respuesta del Maestro (en realidad, la no-respuesta) las deja perplejas. ¿Será que lo sanará a la distancia?
Sin duda, ellas estaban seguras de que Jesús iba a llegar con los mensajeros a sanar a su amado amigo. Pero su ausencia no hizo decaer la fe de estas mujeres. Y es que Jesús siempre sabe lo que hace, deben haber pensado. Además, Lázaro está enfermo, no muerto. Aún había una luz de esperanza.
Sin embargo, luego de una tensa espera, llega lo inesperado. Lázaro muere.

¿Qué pasa por la mente de sus hermanas ahora?
Ellas tenían una completa seguridad de que Jesús sanaba enfermos. Pero esto era algo distinto. La situación había llegado demasiado lejos. Una cosa era hacer sanidades, pero ahora la muerte se había hecho presente. Ahora no había esperanza.

c) Cuando se cae la fe.

En este punto, no tan sólo ha muerto Lázaro. La fe de sus hermanas se ha ido con él.

¿Por qué nos hizo esto?
¿Qué pasó con tantas reuniones que compartimos?
¿Qué pasó con todo el esfuerzo y tiempo que le dedicamos?
¿Por qué nos hizo esto?
¿Acaso lo ofendimos en algo?
¿Acaso le fuimos infieles?
¿Por qué nos hizo esto?
¿Por qué nos castiga de esta manera?
¿Acaso nos engañó?
¿Por qué nos hizo esto?
¿Acaso nos quería por interés?
¿Acaso ya no le somos útiles o encontró otros amigos mejores?
¿Por qué nos abandonó?

Estas y muchas otras preguntas son las que debieron haber pasado por la mente de María y Marta. Es el dolor de la decepción. La profunda aflicción de quien espera algo con ansias y no lo recibe; de aquel que pone todo su corazón y toda su esperanza y llega a un punto donde parece que todo se ha perdido y que todo ha sido en vano, que no valió la pena.
Y son las mismas preguntas que nosotros mismos nos hacemos cuando las respuestas de Dios parecen no llegar.

¿Te has sentido abandonado por Dios en medio de la aflicción? (Estoy hablando a los cristianos, el resto no puede sentir menos que eso ya que aún son enemigos de Dios hasta que crean en Jesús)
¿Has guardado rencor contra Dios por no actuar de la forma en que tú (siendo cristiano) esperabas?
¿Has pensado que has decepcionado de tal forma a Dios que El no ha tenido más remedio que abandonarte?

Si tu respuesta es sí, al igual que la mía, entonces entiendes lo que la muerte de Lázaro produjo en la mente y el corazón de sus hermanas. Es un doble dolor: por la aflicción del problema y por la decepción producto del actuar de Dios. Es aquí cuando cae la fe.

Continúe leyendo la Tercera Parte de este mensaje.

Saludos y bendiciones,
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Las Aflicciones del Cristiano - 1º Parte

Antes de leer:
No se deben confundir las aflicciones del cristiano con las consecuencias del pecado.
La aflicción a la que nos referimos en este mensaje es la que viene producto de sucesos que ocurren a nuestro alrededor y que nos afectan directamente.
No hablaremos en este mensaje sobre las consecuencias del pecado que, si bien causan aflicción, vienen como consecuencia de seguir nuestras propias concupiscencias.

Primera Parte: La fe basada en el conocimiento íntimo.

Juan 11:1-3
“Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con sus cabellos). Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo”.


a) Descripción de los personajes.

Lázaro

Fue un discípulo y amigo de Jesús que vivía con sus hermanas Marta y María en Betania, una población ubicada a unos 3 km al oriente de Jerusalén (cf. v. 18).
Como no se nos dice que haya tenido esposa y puesto que Marta se presenta como la ama de casa (Lucas 10:38-42) es probable que fuera soltero o viudo.
Los evangelios no señalan detalles acerca de su personalidad, pero podríamos hacernos una imagen de sus cualidades a partir del hecho de que Jesús lo amaba.
Imagino a Lázaro como un hombre de familia, no dado al vicio, responsable de los suyos, protector de sus hermanas.
El hecho de que Jesús estableciera su “centro de operaciones” en la casa de Lázaro cada vez que venía a Jerusalén nos habla de la hospitalidad que seguramente le mostraba, de su fe, de su interés por las cosas de Dios y su deseo de conocer mas íntimamente al Señor.
Además, como veremos más adelante, se dice que muchos de los judíos habían ido a visitar a María y Marta en su momento de aflicción, de lo cual podemos inferir otras cualidades de Lázaro como su generosidad, amabilidad, respeto hacia los demás y, en general, todo aquello que puede producir en las personas una respuesta de ese tipo.
En resumen, perfectamente podemos imaginarnos que Lázaro era un buen hombre.

María y Marta

María y Marta eran las hermanas de Lázaro.
Como nos señala el versículo uno, María es la que unge los pies del Señor en el relato de Lucas 7:36-50 y era sin duda otra discípula y amiga de Jesús muy cercana, muy íntima, muy devota.
En Lucas 10:38-42 se relata la historia de cuando el Señor llegó a su casa, María dejó a su hermana las preocupaciones domésticas para sentarse a los pies del Maestro. Jesús elogió la acción de María cuando Marta reclamó la ayuda de esta. En cambio, reprendió a Marta por estar “afanada y turbada” con muchos quehaceres.
Sin embargo, cabe señalar que fue María la que en un comienzo recibió a Jesús en su casa según Lucas 10:38 lo cual también muestra su interés por el Maestro.

¿Eres tú una persona que ama al Señor y que vive conforme a sus mandamientos? ¿Estás enfocando tu vida para conocerlo más íntimamente? ¿Te puedes identificar con esta familia? ¿Te sientes amado por Jesús?

Si te sientes identificado con esta descripción, si le has entregado tu vida a Cristo y el Espíritu Santo está en ti dándote la seguridad de que eres de Él, entonces este mensaje es para ti, para que conozcas un poco más a este Cristo que te ha dado nueva vida y que ha perdonado todos tus pecados.

Si aún no le rindes tu vida a Cristo (hayas hecho oraciones o no, vengas a los cultos o no, leas la Biblia o no, ores o no); si en tu corazón tú sabes que todavía no eres amigo de Dios, amigo de Cristo; si aún no crees en El, entonces el mensaje de hoy es para mostrarte lo que te estás perdiendo y espero que reflexiones y cambies tu corazón endurecido por un corazón abierto para recibirle como Señor y Salvador de tu vida.

b) Descripción de la situación.

El relato nos señala que Lázaro estaba enfermo.
Si bien no se nos señala la enfermedad, podemos asumir que la enfermedad era lo suficientemente grave como para que María y Marta hubiesen mandado a llamar a Jesús.
Además, debemos tener presente que en aquel entonces no existían los adelantos médicos que tenemos hoy en día. Sin ir tan lejos, hasta hace un siglo atrás las personas todavía morían de gripe.
Para nuestra mejor comprensión de los hechos, resultaría más gráfico si imagináramos que a Lázaro se le detectó un cáncer incurable u otra enfermedad para la cual no existe medicina.
Esto era especialmente preocupante en el caso de Marta y María ya que podemos asumir que su hermano era para ellas una figura de protección, seguridad, autoridad y dirección. De alguna forma, se podría decir que Lázaro era el pilar del cual se sostenía la fortaleza de aquel hogar.

¿Cuál sería el impacto en una familia común y corriente al recibir una noticia como esta? ¿Cuál sería el impacto que una noticia así produciría en tu familia?


c) Una familia especial.

La familia de la cual estamos hablando hoy no era una familia común y corriente. Ellos no sucumbieron ante esta primera etapa de la enfermedad de Lázaro.
Había algo especial en ellos: conocían a Aquel que había convertido el agua en vino, Aquel que había alimentado a los cinco mil con cinco panes y dos peces; el que hacía que los paralíticos anduviesen, el que era capaz de hacer ver al ciego y que tenía autoridad incluso para expulsar demonios de la gente.
Ellos conocían a Jesús, el Señor, el Cristo, el Mesías, aquel que era “Dios con nosotros”. Y no tan sólo lo conocían, sino que eran sus amigos, sus íntimos. Ellos lo amaban y, lo más importante, Él los amaba a ellos profundamente. La paz que provenía de esto era mucho más grande que cualquier aflicción que pudiese resultar de la situación que estaban enfrentando. Al menos, hasta ese momento.


d) Una respuesta de fe.

En esta primera etapa, la situación que nos causa aflicción se muestra hasta un punto en el cual no nos resulta difícil tener fe ya que hemos visto a Dios actuar muchas veces en situaciones similares.
Este es un momento de confianza en medio de la prueba, donde estamos seguros de que Jesús (NUESTRO JESÚS) va a estar ahí para socorrernos, para ser nuestra sanidad, nuestra fortaleza, nuestro amparo.
Aquí es cuando incluso animamos a los que nos rodean a tener fe, que las cosas pueden ser mejores.
Para María y Marta este es el momento en que tienen claro que sanar un enfermo no es nada complicado para Jesús. Este es el momento en el cual tratan de subir la moral del resto de los criados de la casa, del resto de sus amigos, es el momento donde animan a todos diciéndoles: “Calma, Jesús vendrá y todo estará bien”.

¿En qué aflicciones presentes podrías pensar en las cuales haga falta una intervención sobrenatural de parte de Dios? ¿Estás todavía sosteniendo tu fe?

Continúe leyendo la Segunda Parte de este mensaje.

Saludos y bendiciones,
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