lunes, 24 de agosto de 2009

Culto Racional y Culto Necio

Actualmente vivimos en un entorno donde la vida cristiana gira principalmente en torno a la reunión dominical, los cultos de adoración, servir en la iglesia, pagar los diezmos, las ofrendas y, en general, todo aquello que hacemos “para Dios y su obra”.

Una tendencia que confirma lo anterior es que con bastante frecuencia que aquellos miembros de la congregación que parecen más “activos” (es decir, que participar en un mayor número de actividades dentro de la iglesia) son comúnmente considerados como más “espirituales” y que gozan de un mayor favor de Dios.

También, la participación en cultos y actividades similares es vista como una muestra y prueba absoluta de la
santidad y el compromiso que una persona tiene con Dios y su iglesia.
Si bien, ninguna de las actividades mencionadas anteriormente es mala en sí misma, podemos correr el gran riesgo de pensar que el favor de Dios se encuentra en la práctica religiosa de dichas actividades, sin tomar en cuenta lo que nos dice la experiencia bíblica existente al respecto.

En la reflexión de hoy le quiero mostrar la diferencia existente entre un culto racional, y un culto necio o irracional.

Culto Necio o Irracional

En el capítulo primero del libro de Isaías, versículos 13 y 14, encontramos las palabras de Dios acerca de su sentir acerca del culto de adoración que le rendía su pueblo Israel en aquél entonces:

"No me sigan trayendo vanas ofrendas; el incienso es para mí una abominación. Luna nueva, día de reposo, asambleas convocadas; ¡no soporto que con su adoración me ofendan! Yo aborrezco sus lunas nuevas y festividades; se me han vuelto una carga que estoy cansado de soportar." Isaías 1:13-14

Podemos ver que la respuesta de Dios al culto de su pueblo fue tan rotunda como clara: “se me han vuelto una carga que estoy cansado de soportar”.

¿Cuál era el motivo para que algo supuestamente agradable a Dios se volviera una carga y una abominación?

La respuesta a esta pregunta la encontramos en los versículos 3 y 4 del mismo capítulo:

“El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo; ¡pero Israel no conoce, mi pueblo no entiende! ¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de culpa, generación de malhechores, hijos corruptos! ¡Han abandonado al Señor! ¡Han despreciado al Santo de Israel! ¡Se han vuelto atrás!” Isaías 1:3-4

“Israel no conoce, mi pueblo no entiende”

Dios dice que el pueblo que le rendía culto no lo conocía. Durante toda la historia de Israel (salvo contadas excepciones) el conocimiento acerca de la ley del Señor fue quedando en el olvido progresivamente. La gran mayoría de los reyes de la nación “hicieron lo malo delante de Jehová” y generación tras generación fueron creando malos hábitos y creencias erradas acerca de Él.

El peligro de la ignorancia también está muy presente en estos tiempos. Vivimos inmersos en una cultura eclesiástica cuya tendencia es buscar la experiencia sobrenatural por sobre la enseñanza bíblica. Esto nos ha hecho ignorantes acerca de las grandes verdades que proclama la Escritura acerca del Dios que adoramos. Hemos desechado el conocimiento y nos hemos entregado a cualquier viento de doctrina. Lo que es peor, al no escudriñar las Escrituras nos hemos hecho un “Dios a medida”, el cual se amolda a lo que “yo creo, espero, siento o percibo” acerca de Él.

Es triste que muchos entre nosotros no busquen saber más acerca de Aquél que los amó.

“Nación pecadora”

El pecado dentro del pueblo de Dios generalmente viene como consecuencia de la ignorancia acerca su santidad.
A medida que vamos profundizando en el conocimiento de Dios, El va abriendo nuestros ojos a su característica más notable: El es Santo.

Quizás usted me dirá que Dios posee muchos atributos a parte de su santidad y que no se puede afirmar que una sea más importante que otra, pero déjeme recordarle que delante de Su trono la alabanza de continuo dice “Santo, Santo, Santo es el Señor” (Isaías 6:3, Apocalipsis 4:8)

¿Le dice algo el hecho de que aquellos que están siempre delante de Él adoren todo el tiempo Su santidad?

El pueblo que alaba a Dios y no es consciente de su santidad, es un pueblo inclinado a pensar que Dios es tolerante con el pecado.

Le sucedió al pueblo de Israel en los tiempos de Isaías y de la misma forma hoy he escuchado a más de alguno decir “voy a pecar solo un poco, en su gracia, Él me perdonará”. ¡Qué error más grande! Dios nos libre de tener algún día este tipo de pensamientos. Que las palabras del autor del libro de Hebreos resuenen con más fuerza que nunca en las mentes y corazones de aquellos que pasan por alto la gravedad del pecado:

“Si después de recibir el conocimiento de la verdad pecamos obstinadamente, ya no hay sacrificio por los pecados. Sólo queda una terrible expectativa de juicio, el fuego ardiente que ha de devorar a los enemigos de Dios.” Hebreos 10:26-27

Pidamos a Dios que realice esta obra santificadora en nuestra vida (1º Ts 5:23) y no seamos ignorantes acerca de la importancia que tiene la misma en el proceso de nuestra salvación.
“Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” Hebreos 12:14


“Pueblo cargado de culpa”

Este punto es importante.
Quizás alguien que podría argumentar que “quien peca por ignorancia… no tiene culpa”. Sin embargo, este mismo pueblo de Israel (que era ignorante acerca de la santidad del Dios que adoraba) estaba cargado de culpa. Es más, la ignorancia lejos de quitarle la culpa a este pueblo, lo llevo a ser destruido (Oseas 4:6).
“Tropiezas de día y de noche, y los profetas tropiezan contigo; tu madre dejará de existir, pues por falta de conocimiento mi pueblo ha sido destruido. Puesto que rechazaste el conocimiento, yo también te rechazo como mi sacerdote. Ya que te olvidaste de la ley de tu Dios, yo también me olvidaré de tus hijos.” Oseas 4:5-6

Que podamos levantar en este momento la oración del salmista:

“¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente! Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Y de multiplicar mis pecados.” Salmos 19:12-13

Nunca olvidemos que Dios es Santo por sobre todas las cosas y que no puede ser burlado (Gal 6:7).

“Generación de malhechores, hijos corruptos”

En la actualidad nos parecería insensato siquiera criticar alguna congregación que cumpla “sagradamente” con todos sus quehaceres religiosos. Es más, como ya hemos dicho, la participación en las actividades de la iglesia es el termómetro utilizado para medir el compromiso con Dios. Sin embargo, el que el Señor llame a este pueblo “generación de malhechores” nos demuestra que la participación en actividades religiosas, incluso cuando el adorado es el Dios verdadero, no es garantía de nada.

Quiero destacar el hecho de que el adorado era el Dios verdadero. En el versículo 11 del capítulo citado claramente se indica que el pueblo venía a presentarse ante Jehová. No estamos hablando de que Dios aborrece un culto pagano (los cuales, por supuesto también aborrece), sino que es el propio culto del pueblo de Dios el que está en entredicho.

Estimado lector, el problema no estaba en la “forma” de realizar los cultos ni en el Dios que era objeto de la adoración. Es algo mucho más profundo que eso.

Lo que desagradaba tanto a Dios no estaba en las “dos horas de culto”, sino que en el resto del tiempo. Era una generación que no hacía lo recto delante de Dios porque no le conocía, que vivía sin temor de Él, ignorando su demanda de “Sean santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16).

El veredicto de Dios es implacable: “¡Han abandonado al Señor! ¡Han despreciado al Santo de Israel! ¡Se han vuelto atrás!”

Voy a resumir el culto necio o irracional de la siguiente forma: es querer rendir culto a un Dios que es Santo, sin vivir en santidad. Esto es abominación a los ojos del Señor.

Culto Racional

Ahora que ya conocemos aquellas situaciones que hacen que un culto a Dios sea necio o irracional nos resultará fácil entender lo que es el culto racional.

Sin extendernos mucho, lo definiremos con las mismas palabras inspiradas del apóstol Pablo en su carta a los romanos:

“Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” Romanos 12:1-2

El culto racional es llevar una vida en santidad, justicia, misericordia, integridad y rectitud. Ese es su “sacrificio vivo, santo y agradable a Dios”. Esto es lo que Dios espera de usted.

“Lo que pido de ustedes es amor y no sacrificios, conocimiento de Dios y no holocaustos.” Oseas 6:6

Una vieja historia…

Finalmente, quiero recordarle la vieja historia de Caín y Abel. Ambos presentaron ofrenda de Dios, sin embargo, sólo uno de ellos fue aceptado. ¿La razón? Dios le dijo claramente el motivo a Caín:

“Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte.” Génesis 4:7

Un llamado al arrepentimiento

Si el Espíritu Santo ha traído convicción a su vida a través de este mensaje, reflexione sobre las misericordiosas pero firmes palabras de Dios llamándolo al arrepentimiento:

“¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus obras malvadas! ¡Dejen de hacer el mal! ¡Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen la justicia y reprendan al opresor! ¡Aboguen por el huérfano y defiendan a la viuda! Vengan, pongamos las cosas en claro dice el Señor. ¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve! ¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán como la lana! ¿Están ustedes dispuestos a obedecer? ¡Comerán lo mejor de la tierra! ¿Se niegan y se rebelan? ¡Serán devorados por la espada! El Señor mismo lo ha dicho.” Isaías 1:16-20

Oro para que su Espíritu nos enseñe a rendir el verdadero culto racional a nuestro Dios.

Saludos y bendiciones,
Blog Predica la Palabra

jueves, 20 de agosto de 2009

La guerra sigue siendo de nuestro Dios

"Los hijos de Rubén y de Gad, y la media tribu de Manasés, hombres valientes, hombres que traían escudo y espada, que entesaban arco, y diestros en la guerra, eran cuarenta y cuatro mil setecientos sesenta que salían a batalla.
Estos tuvieron guerra contra los agarenos, y Jetur, Nafis y Nodab.
Y fueron ayudados contra ellos, y los agarenos y todos los que con ellos estaban se rindieron en sus manos; porque clamaron a Dios en la guerra, y les fue favorable, porque esperaron en él.
Y tomaron sus ganados, cincuenta mil camellos, doscientas cincuenta mil ovejas y dos mil asnos; y cien mil personas. Y cayeron muchos muertos, porque la guerra era de Dios; y habitaron en sus lugares hasta el cautiverio."

1º Cronicas 5:18-22


Una reflexión sencilla acerca de esta historia:

Cuarenta y cuatro mil setecientos sesenta soldados, que además eran hombres valientes, que traían escudo y espada, que eran hábiles en el manejo del arco y además eran diestros en la batalla. Ciertamente las dos tribus y media tenían argumentos suficientes como para confiar en que sus recursos eran suficientes para salir victoriosos de cualquier tipo de dificultad.

Sin embargo, la historia de la batalla contra los agarenos y sus aliados nos muestra el verdadero corazón de este ejército de valientes: "confiaban en Dios, clamaron a Él en medio del combate".

Tenían un gran cantidad de soldados pero no confiaron en eso,
"clamaron a Dios en medio de la batalla y esperaron en Él".
Eran hombres valientes pero
no confiaron en eso, "clamaron a Dios en medio de la batalla y esperaron en Él".
Contaban con las herramientas de guerra necesarias pero no confiaron en eso, "clamaron a Dios en medio de la batalla y esperaron en Él".
Tenían toda la habilidad para manejar sus armas pero no confiaron en eso, "clamaron a Dios en medio de la batalla y esperaron en Él".
Contaban con experiencia en los asuntos de la guerra pero no confiaron en eso, "clamaron a Dios en medio de la batalla y esperaron en Él".

Confiaron su victoria al Señor, clamaron a Él en medio del combate y Dios los ayudó a conseguir la victoria.
Ese día cayeron muchos muertos en el bando enemigo, porque la guerra era de Dios.

¿Estamos confiando en nuestros números?
¿Estamos confiando en nuestra valentía?
¿Estamos confiando en nuestras herramientas?
¿Estamos confiando en nuestra habilidad?
¿Estamos confiando en nuestra experiencia?

Que Dios nos conceda la absoluta dependencia y confianza en Su divino poder para enfrentar nuestras propias batallas. La guerra sigue siendo de nuestro Dios.

Saludos y bendiciones,
Blog Predica la Palabra

martes, 11 de agosto de 2009

ICABOD: el regreso del pecado de Elí.

"Pero por causa de la captura del arca de Dios, y por la muerte de su suegro y de su esposo, le puso al niño el nombre de Icabod, para indicar que la gloria de Israel había sido desterrada." (1 Samuel 4:21)

La enseñanza de hoy va dirigida a padres, lideres, esposos, pastores y, en general, todos aquellos que tienen gente bajo su autoridad y responsabilidad.

Primero, pongámonos en contexto:
Elí fue sumo sacerdote en Israel durante 40 años. (1 Samuel 4:18)
Elí tuvo dos hijos, los cuales oficiaban como sacerdotes: Ofni y Finés. (1 Samuel 1:3)
Ofni y Finés no tenían temor de Dios y cometieron pecados que Dios aborreció profundamente. (1 Samuel 2:12-17, 22)
Elí no refrenó a sus hijos. (1 Samuel 3:13)
El arca de Dios, donde reposaba la presencia de Dios, fue quitada de Israel por parte de los filisteos y los hijos de Elí murieron en batalla. (1 Samuel 4:11)
Dios desechó a Elí y también murió. (1 Samuel 4:18)
La esposa de Finés tuvo un hijo, al cual puso por nombre ICABOD. (1 Samuel 4:19-21)

ICABOD: el regreso del pecado de Elí

Con espanto veo una tendencia letal introduciéndose cada vez mas dentro del corazon de la iglesia: la falta de corrección del pecado.

Muchos pastores que un día fueron legítimamente llamados por Dios hoy no corrigen al pueblo.
Temen más al dios del dinero, el cual les susurra mientras cuentan diezmos y ofrendas: "no podemos permitir que la gente se vaya, necesitamos la lana de la oveja, necesitamos tenerlos contentos, no podemos incomodarlos, son ellos los que nos sostienen".
Estos líderes han abandonado la provision sobrenatural de Dios. Hoy no son mas que "profesionales de la fe", gente que trabaja por un sueldo, pastores asalariados, faltos de amor, faltos de pasión por las almas, amadores del dinero, faltos de entendimiento, faltos de visión, hombres que llevan el rebaño del Señor hacia la destrucción y la ruina.

Sin darse cuenta, están siendo arrastrados a la misma calamidad que enfrentó Elí.
Con su falta de corrección han desterrado la gloria, la presencia de Dios de sus congregaciones.
Ya no hay dirección del Espíritu Santo, ya no hay vidas transformadas, solo quedan esfuerzos humanos por imitar un mover de Dios, todo es emoción, no tiene poder, no tiene fruto, es gloria humana, gloria corruptible, no sirve para nada.

Además, aquellos que se han quedado sin corrección estan corriendo la misma suerte que los hijos de Elí, se están muriendo. Y no es una muerte física, es peor, es una muerte espiritual.

No hay temor de Dios delante de sus ojos, para ellos el pecado es normal. Ese mismo pecado los está matando, está alejando todo vestigio de gloria divina de sus vidas.
Han dicho "soy rico, me he enriquecido y no me hace falta nada" pero no se dan cuenta de que son "infelices y miserables, pobres, ciegos y desnudos".
Tal como ocurre con el malvado "morirán por su falta de disciplina" (Pr 5:23).

Debemos corregir el pecado de aquellos que Dios ha puesto bajo nuestra autoridad. Con amor y paciencia, pero también con firmeza. Con temor de Dios y no de hombres.

Icabod significa "sin gloria".
Icabod, palabra terrible, palabra de juicio.
Icabod, advertencia a la iglesia.

"Más vale ser reprendido con franqueza que ser amado en secreto" (Proverbios 27:5)

Saludos y bendiciones,
Blog Predica la Palabra

domingo, 2 de agosto de 2009

Para los que lloran sin llorar

Este artículo es para todos aquellos hijos de Dios, que han creído en el Señor Jesucristo, que han nacido genuinamente por el Espíritu, que están bajo las promesas de Su Palabra, pero que están atravesando por momentos de aflicción y sienten que su sufrimiento ofende a Dios.
Es para los que creen que tienen que ser fuertes para no decepcionar al Padre, para los que se sienten demasiado débiles como para agradar a Dios.

Este mensaje es para los que lloran sin llorar
, para aquellos cuya alma está abatida, pero creen que no deben mostrar debilidad ante Dios, para estar "a Su altura".

En Mateo 5:4 el Señor Jesucristo dijo:

"Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación".

Si está afligido, llore delante del Señor

Fíjese que no dice "bienaventurados los que no lloran".
Amados, esta bienaventuranza no es para los que no lloran, no es para los fuertes, no es para los autosuficientes, no es para los que creen que tienen el poder de no sufrir, no es para los que cuando van delante del Señor hacen como si todo estuviese bien, no es para los que ven el sufrimiento como pecado.

No hermanos, la bienaventuranza que examinamos hoy no es para los que "no lloran".
Es para los que lloran, para los que derraman su corazón delante de Dios, para los que no esconden su debilidad ante el Todopoderoso, para los que pueden decir como el salmista: "ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia; se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo" (Sal 31:9)

Este mensaje es para usted que llora sin llorar: los que lloran recibirán consolación.
Este mensaje es para usted que cree que su dolor ofende a Dios: los que lloran recibirán consolación.
Este mensaje es para usted que se siente demasiado débil como para agradar al Señor: los que lloran recibirán consolación.

¡Los que lloran recibirán consolación dijo el Señor!

Usted no puede consolarse

No hay poder en su humanidad para consolarse. No existe "poder en su boca" como para "proclamar" que su dolor sea "anulado" ni ninguna cosa parecida. No amado, no se engañe: bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Ellos la recibirán, no la tienen, ni la pueden lograr.

No existe tal cosa como el "poder de la boca", el "proclamar" o el "autoprofetizarse" lo que se le de la gana.

Usted me dirá probablemente... ¿acaso no dice Proverbios 18:21 que "la muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos"?
Por supuesto, y este proverbio nos enseña que el uso sabio de las palabras le ahorrará muchos problemas, pero que el uso necio de ellas será para usted como una trampa mortal (véase Pr 12:13 y 18:7). En ningún caso está diciendo que las palabras del hombre tienen poder milagroso o divino como algunos, en su ignorancia, enseñan.

Pero, ¿acaso las palabras de los profetas no tuvieron poder divino?
Claro que si, porque eran palabras inspiradas por Dios, no palabras nacidas del deseo del corazón de un hombre.

Dios es el que consuela

El no ha dicho "bienaventurados los que lloran, porque tendrán la fuerza suficiente como para dejar de sufrir".
El no ha dicho "bienaventurados los que lloran, porque con su boca proclamarán alegría y el dolor se irá".
El no ha dicho "bienaventurados los que lloran, porque les daré una mentalidad positiva para dejar de sufrir"
.
El no ha dicho "bienaventurados los que lloran, porque podrán autoprofetizarse paz"
El no ha dicho "bienaventurados los que lloran, porque pueden lograr en sus fuerzas salir del pozo"

No mi estimado lector, cuando un hijo de Dios se derrama delante de Su presencia puede confiar solamente en esto: el Espíritu de Dios le dará consuelo. El es el Consolador.


¡Sólo el Espíritu de Dios en usted tiene el poder para consolarlo!

Si usted es de aquellos que han estado "llorando sin llorar", le animo a derribar los muros de la autosuficiencia, a presentarse delante del Señor con honestidad respecto al sentir de su alma, a llorar si es necesario, y esperar pacientemente que El traiga el consuelo anhelado.

Saludos y bendiciones,
Blog Predica la Palabra