lunes, 25 de mayo de 2009

Separación, división y tolerancia en la iglesia

¿Es la separación una vía de solución valida para las divisiones profundas que pueden ocurrir en una congregación?

“Algún tiempo después, Pablo le dijo a Bernabé: "Volvamos a visitar a los creyentes en todas las ciudades en donde hemos anunciado la palabra del Señor, y veamos cómo están. Resulta que Bernabé quería llevar con ellos a Juan Marcos, pero a Pablo no le pareció prudente llevarlo, porque los había abandonado en Panfilia y no había seguido con ellos en el trabajo. Se produjo entre ellos un conflicto tan serio que acabaron por separarse. Bernabé se llevó a Marcos y se embarcó rumbo a Chipre, mientras que Pablo escogió a Silas. Después de que los hermanos lo encomendaron a la gracia del Señor, Pablo partió y viajó por Siria y Cilicia, consolidando a las iglesias.”

Hechos 15:36-41, NVI


La visión (según la definición que encontré en la wikipedia) es “un sentido que consiste en la habilidad de detectar la luz y de interpretarla”. Si aplicamos el término en un sentido figurado, nuestra visión acerca de un tema en particular tiene que ver con la forma, rapidez y medida en que somos capaces de detectar aquellos acontecimientos relacionados al mismo, y la interpretación que les damos. Consecuentemente, estamos en frente de una división cuando no estamos viendo lo mismo que otro y/o interpretamos lo que vemos de forma distinta (es decir, no existe una visión única).

La tolerancia por su parte, se define como “el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”. Yo lo pondría así: tolerar es soportar a aquel que tiene una visión diferente a la nuestra.

La separación se produce cuando nos encontramos ante una división que no estamos dispuestos a tolerar.

Vivimos en un tiempo donde se nos llama a ser tolerantes constantemente, ya sea a través de los medios de comunicación, en conversaciones con nuestros amigos, en nuestras casas de estudio, trabajo, e incluso en los púlpitos de las iglesias. De pronto, la tolerancia se ha transformado en sinónimo de justicia social, de igualdad para todos, de amor, y se ve como el camino a la paz y la unidad.

Probablemente usted me dirá: “tenemos que ser tolerantes ya que no podemos pretender que todos actuemos o pensemos de la misma forma”. Si usted piensa eso, déjeme decirle que le encuentro toda la razón.

Estamos constantemente interactuando y relacionándonos con personas que tienen distintas visiones en casi todos los aspectos de la vida. Y es que la vida nos ha llevado a ser lo que somos: seres humanos únicos, con distintas experiencias, gustos, necesidades, fortalezas, debilidades, pensamientos, etc. En este sentido, la tolerancia forma parte fundamental de nuestra vida, de nuestros hogares, de nuestros grupos de amigos. Sin ella estaríamos condenándonos a una vida en soledad.

Dentro de la iglesia la tolerancia juega también un papel importantísimo a la hora de cumplir con el mandamiento de “soportarnos los unos a los otros” (Colosenses 3:13), entendiendo que entre los miembros del cuerpo de Cristo existe una variedad de personalidades, experiencias, dones, ministerios, funciones, etc., y que por ende, pensamos y actuamos de manera distinta en muchos aspectos. Siempre será sabio estar dispuestos a escuchar, analizar y dar valor a aquellas posiciones contrarias a las nuestras. De esta forma, seremos como los “odres nuevos” siempre flexibles a ser llenados con “vino nuevo” y evitaremos caer en el dogmatismo y la inflexibilidad. Creo firmemente que cada uno de nosotros tiene una parte valiosa del Jesús bíblico.

Con todo lo anterior, el dilema de la tolerancia se nos presenta cuando enfrentamos divisiones en temas que son de gran importancia para nosotros y que, por ende, no estamos dispuestos a transar.

En el texto citado, nos encontramos con Pablo y Bernabé, dos hombres de Dios que tenían una vida ministerial en común, que habían viajado por toda Asia predicando el evangelio de Jesucristo, que habían compartido un sinnúmero de experiencias, aventuras, peligros, alegrías y que habían sido testigos del poder de Dios desplegado a través de ellos (Hechos 14:3). Como en toda convivencia prolongada, no es errado pensar que estos hombres y compañeros de milicia hicieron uso de la tolerancia en muchas oportunidades para mantenerse unidos.

Sin embargo, como vemos en el relato de Hechos 15, se enfrentaron a una situación donde simplemente no pudieron ponerse de acuerdo: “Bernabé quería llevar con ellos a Juan Marcos, pero a Pablo no le pareció prudente llevarlo”.

Cabe señalar que la predicación del evangelio representaba todo en la vida de Pablo y que exponerse a cualquier situación que pudiese poner en jaque el éxito de la misión era algo impensable. Luego, es entendible que llevar a Juan Marcos (quien los había abandonado en su anterior viaje) era algo que no estaba dispuesto a tolerar.

Contrariamente, Bernabé tenía otra visión de la situación. Probablemente enfocándose más en la restauración y reivindicación de Juan Marcos, Bernabé estaba convencido de que llevarlo era el mejor camino a seguir y que había que darle el beneficio de la duda.

Así, estos dos siervos del Señor se ven de súbito enfrentados a una situación en la cual ninguno de los dos estuvo dispuesto a tolerar la posición del otro. Es más, para describir su desacuerdo, el autor de hechos utiliza la palabra “conflicto”. La raíz de este término esta en el griego “paroxusmos” (en español paroxismo), que indica una “exaltación extrema de los afectos y pasiones”. Esto indica un conflicto mucho más serio de lo que podriamos esperar de dos personas que tenían tanto en común. Tan serio que “acabaron por separarse”, lo cual seguramente fue un proceso muy doloroso para ambos.

Quizás alguien pudiese encontrarle la razón a Pablo, o quizás a Bernabé, o incluso a ambos, pero el objetivo de este artículo no es determinar quien la tuvo, sino simplemente ilustrar el hecho de que en determinadas situaciones vemos las cosas de forma distinta al resto y no estamos abiertos a la tolerancia.

Contrario a la percepción que comúnmente encontramos en nuestras congregaciones con respecto a la separación, ésta no fue el fin del ministerio de estos hombres. La historia nos relata que cada uno continuó sirviendo al Señor en forma separada y que ambos llevaron mucho fruto para el Reino de los Cielos.

Las conclusiones las dejo a su criterio… ¿cómo se imagina el viaje de Pablo y Bernabé si no se hubiesen separado luego de semejante conflicto? ¿y si hubiesen llevado a Juan Marcos? ¿y si los hubiese abandonado nuevamente? ¿y si no? ¿piensa que la separación es una vía válida para superar una división profunda? ¿se le ocurre otra solución?

Que nuestro Dios comparta su mente y corazón cada día con usted.

No hay comentarios:

Publicar un comentario